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sábado, 11 de septiembre de 2010

Maestras y maestros


Ayer fui al quizá último acto del día del maestro en mi carrera docente. Y hubo muchos. Desde los lejanos del jardín de Grünbein, donde más que un jardín éramos una familia. Siguiendo con los de la escuela 50, en la que con Mara y María Rosa teníamos el coro de los pibitos de primero, que cantaban como descosidos en todos los actos. Y los de la EGB. Y los poquitos de la ESB.

Y en todos, el himno a Sarmiento. En todos, o casi todos, los lugares comunes del "padre del aula", del "niño que nunca faltó a la escuela", del patriota ejemplar. Sólo una vez, en un acto del 11 de setiembre, las maestras leímos una carta abierta de CTERA en defensa de la educación pública. Y alguna otra vez, en alguna escuela se recordó a nuestro Carlos Fuentealba. Y a lo mejor a Marina Vilte, desaparecida por la dictadura. Pero muy pocas veces.

Siempre, la higuera, el telar de doña Paula, el niño Domingo que iba a clase bajo los peores diluvios.

Así estamos. Nos debemos, como maestras y maestros, una reconsideración de nuestra historia. Nos debemos un debate. Porque si Sarmiento es el padre del aula, yo prefiero ser huérfana de toda orfandad.
Nos debemos el crecer en el pensamiento, el madurar en el bagaje ideológico.
Nos debemos poder reírnos sin complejos de la Noelia de Gasalla, sin vergüenza, porque llegamos al punto en que sabemos positivamente que nosotras, las maestras, NO somos Noelia. Pero esto es algo que todavía nos lo debemos.
Nos debemos defender sin falsas declamaciones la escuela pública, mientras mandamos tranquilamente a nuestros hijos a la privada.
Nos debemos reconocernos como trabajadoras y trabajadores de la educación, ni apostolado, ni vocación de mártires.
Nos debemos asumirnos como profesionales de la educación, con el desafío de querer saber cada día más, sin que el "corro de una escuela a otra" sea el pretexto para no.
Nos debemos la discusión sobre nuestros alumnos, sobre su futuro, sobre nuestras responsabilidades.

Nos debemos sacarnos de encima al padre del aula. Ya está. Gracias por la 1420. Pero ya está, Domingo Faustino. Porque ¿sabés una cosa? Cuando leo en tus libros el tremendo desprecio por el gaucho, por el aborigen; la admiración casi cipaya por una Europa que ni te dio la hora...veo a quienes ningunean a nuestros chicos, veo a los que quieren la mano dura, veo al que ve a un pibe y cruza de vereda para que no se le acerque ese cara de prontuario que viene por ahí.

Busquemos otros ejemplos inspiradores. Hay. En la historia. En nuestro pueblo. Hay.
Carlos Fuentealba es quizá el más reciente. Pero tantos otros... Así que busquemos.

Qué cosa. Yo me voy de la docencia activa el 31 de diciembre. Qué cosa. Justo en este momento tan apasionante que nos toca vivir. Pero me voy. Porque veo la desidia, porque veo el desaliento, porque veo el nomeimporta. Qué cosa.

Deberíamos recuperar la mística, che. Ser maestro no es cualquier cosa...
(la foto es de mi primer grado, año 1958. No me busquen. Ese día estaba enferma).

1 comentario:

  1. no me busquen, ese dia estaba enferma, ja. Genial.besos. Vos sos mi maestra preferida.

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