"...Puesto que no hay lecturas inocentes, empecemos por confesar de qué lecturas somos culpables..." Louis Althusser
miércoles, 17 de noviembre de 2010
Violencia Rivas
¿Qué hace que una mujer se levante como fiera y vaya a encajarle un sopapo a un tipo?
¿Qué le pasa por la cabeza cuando saca el cross de derecha, mientras con la izquierda le toma el hombro?
Error, error. La pregunta está mal formulada: donde dice mujer debe decir persona. ¿O resulta que es incorrecta una mujer que pega pero no un hombre que pega?
¿Vos te encontraste alguna vez en situación similar? ¿Vos te planteaste estrolar al Otro cuando no compartías lo que decía, y encima lo hiciste? ¿Vos cagaste a trompadas a quien te molesta sobremanera con lo que está diciendo?
Yo no puedo imaginármelo. Aún en los peores momentos de impotencia la mano que quisiera pegar te sale para otro lado. Pero salir haciendo sonar los tacones derechito, derechito a sopapear a alguien, no sé...
Por eso Violencia Rivas describe tan bien lo que no deberíamos. Por eso hasta nos molesta su grito histérico, su patada al pobre gato, su insulto familiar. Es como Capussotto diciéndonos: esto es una mierda, una sociedad adulta no puede hacer esto.
Entonces, se me ocurre, que esa explicación que anda flotando por ahí: qué querés, es peronista; qué esperás, es una villera...No. No nos pongamos el sobretodo republicano para explicar ciertas conductas desesperadas.
Mi tocaya (uhhh) no pegó el trompón porque es una peronista incorregible, ni porque, como yo, es morocha.
Mi tocaya se zarpó porque la opereta se les fue de las manos, y su sueño de gobernadora de Duhalde (que para eso se paseó por acá, por Bahía) se le escurría entre los guantes de boxeo.
Mi tocaya se desesperó desesperadamente porque, che, tanto pero tanto trabajo con la Biblita y esto va a terminar asi...
El problema es que hizo lo que, se ve, sabe hacer.
A mí, te digo, cuando me angarra la desesperación y la impotencia, me pongo a patalear en el suelo. Y los hombres de mi familia, casi, casi, igual. Excepción hecha de algo que pueda amenazar a mis hijos. Ahí no sé. Bah, igual la piña me va a salir tan torcida que me la voy a dar yo misma.
Pero bueno, son costumbres que no tienen nada que ver con la filiación política o el colorete de tu piel.
Eso sí: yo podría comprenderlo en la riña colegial del recreo largo. Pero son honorables diputad@s de la Nación. Ese es el problema. Se ve que las cosas que no les están saliendo deben ser grossas, grossas. Fundamentalmente esa intención tan opositora de degradar la política entre la tilinguería.
Y no se pierdan este análisis, que es serio, no como el mío. Je.
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