Caminante no hay camino.....


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miércoles, 6 de enero de 2010

Los Reyes

ImageChef Word Mosaic - ImageChef.com Me acuerdo de dos veces que los Reyes pasaron por mi casa y dejaron el regalo en mis zapatos de infancia. No fueron las únicas, supongo, pero me acuerdo porque sí fueron únicas: en mis tres años cuando me trajeron una muñeca con la que nunca pude jugar porque se rompía y un cochecito para pasearla(por supuesto que el cochecito iba y venía vacío). Era enero del 55 y estaba por nacer mi hermano. Supongo que los Reyes estaban contentos por eso.
La otra vez única fue cuando, haciendo alarde de practicidad, me dejaron el guardapolvo, el portafolios de cuero, la cartuchera de madera...Era el verano del 58.
Ya empezábamos a sospechar que los Reyes debían trabajar en la estación del ferrocarril, como mi papá. No había demasiados ceremoniales en mi casa: zapatitos y listo. No me acuerdo de haber dejado pasto, o sidra, o agua para los camellos. Pero la magia estaba igual. Hasta que se terminó, no demasiado traumáticamente. Irrumpió Papá Noel en los 60 y los pobres reyes siguieron estando un poco más. Y chau...
Capaz que por eso toda la parafernalia la armé después con mis hijos: el culito en la botella de sidra (los Reyes se la habían chupado), que mi hija mayor se tomaba caliente (!!!) antes de abrir los regalos (que eran lo de menos), los zapatos en el palier del edificio, y mi hijo menor prendiendo la luz del pasillo para ver si habían venido, con el consabido reto del administrador, los paquetes puestos a la madrugada, porque los hijos de buena madre no se dormían. Incluso alguna vez me sorprendieron y tuve que armar todo un teatro de camellos escapándose por la escalera. Inexplicable: el trabajo que se tomó una atea durante años para no sustraer a sus hijos a la magia de los reyes (y de Papá Noel, por supuesto).
Los Reyes que, si le das bola al hermoso libro de Norman Mailer, El evangelio según el Hijo, no eran más que unos magos, espías del poder de turno, amenazado por el nacimiento del supuesto mesías. Espías que, a diferencia de los actuales, se replantearon qué estaban haciendo y terminaron avisándole a José que huyeran si no querían que los mataran. ¿Mirra, incienso...? No sé: el dato que les dieron era mucho más valioso.
Me gustan los Reyes de la Misa Criolla, los de arrope y miel y el poncho de alpaca real.
Melchor, Gaspar, Baltasar...¿Realmente se llamarían así? ¿Dos rubios y uno negro? ¿Reyes de la realeza? ¿Magos que iban de pueblo en pueblo como las caravanas del circo? ¿Tres tipos que dijeron: Vamos a avisarles porque si no son boleta? ¿Imagen de mantos recamados en piedra en los shoppings de las grandes ciudades? ¿Los tres Reyes, vecinos del pueblo, que vienen en un barquito por la ría de Bahía Blanca, la tarde del 6 de enero?
Magia, magia de la infancia. Magia a la que no nos podemos sustraer. Magia que por ahí nos ayuda a bancarnos algunas cosas a los humanitos, solitos en el universo.

1 comentario:

  1. uyyyyyyyy yo tambien ese toda la cuestion del pasto, del agua.. me encanta la historia de los reyes con los hijos. es una historia muy hermosa para contarle a los nenes, una estrella en el cielo, gente que viene a darte cosas, que se yo. No soy muy ñona, pero sin ilusiones, digame, que es la vida...

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